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Very Easy

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JORNADA PRIMERA: TRAGEDIA DE TIERRAS DE SALNES

DRAMATIS PERSONAE

LA GALANA

ANXELO

MAURIÑA

DON PEDRO BOLAÑO

EL CIEGO DE GONDAR CON LA MOZA

DOÑA ISOLDINA

LA NAVORA

JUANA DE JUNO

LAS TRES HIJAS DE ROSA DE TODOS Y CINCO MOCINAS HILANDERAS

MALVIN

EL CABEZALERO Y LOS FORANEOS DEL FORAL DE ANDRAS

UNA VIEJA

LA ABUELA Y LA OFRECIDA

VALERIO EL PAJARITO CON GUZMAN DE MEIS Y LOS HIJOS DE ALONSO TOVIO

EL CIEGO DE FLAVIA

MUSQUILDA, ZAGALA DE LAS VACAS

UN RAPACIN

DIANA DE SALVORA
GEÓRGICAS
(UNA CASA grande, toda de piedra, con aroma de mosto en el
zaguán, galgo en la solana y palomas en el alero. Por delante cruza un
camino de aldea, y entre el camino y la casa hay un campo verde, cercado
de laureles viejos, donde pace una vaca. La solana, este día con
hilanderas que devanan en los sarillos o tienen la rueca, se alegra como
un carro de vendimias. La vieja caduca es Andrea la Navora: La del
pelo cobrizo y los ojos zarcos, Juana de Juno. Las otras tres, con los
ojos como los mirlos, menudas, cetrinas y endrinas, son del nidal de
Rosa de Todos. ¡Las otras cinco, juntas en un banco, son rapazas tan
nuevas, que aún no se sabe quién son! Estamos en tiempo otoñal, generoso
y dorado, después de vendimias y espadelas. Llegan por el camino los
pagadores de un foral, y en la cancela salmodian una abuela y su nieta,
que lleva en la mano el voto de una cabeza de cera.)
LA NIETA.- ¿Dan limosna para una misa? ¡Estoy mordida de un can de la rabia!
LA ABUELA.- Es la Ofrecida del Lugar de Condes.
JUANA DE JUNO.- ¿Dónde le mordió el can?
LA ABUELA.- Era pastora en Lugar de Condes. ¡Era pastora!
JUANA DE JUNO.- ¿Que dónde le mordió el can?
LA ABUELA.- ¿Que dónde le mordió? ¡En la misma cara!. ¡En la misma cara!.
(LLEGAN a la cancela los pagadores del Foral de András: Posan al
arrimo del muro los costales de piel de carnero. Se adelanta el viejo
que lleva la cabezalería.)
EL CABEZALERO.- ¡Los llevadores del Foral de András, que venimos a pagar el dominio!
LA ABUELA.- ¡Una limosna para la ofrecida, que la mordió un can de la rabia!
(ENTRA en la casa la moza del pelo cobrizo, y sale con dos mazorcas de maíz, que pone en las manos arrugadas de la abuela.)
JUANA DE JUNO.- ¡Tomad y andad con Dios!
LA ABUELA.- ¡Mira qué espigas! Dos carozos desgranados. No se pierde tu amo, no se pierde.
JUANA DE JUNO.- Son muchos los pobres de Dios.
LA ABUELA.- Son muchos y han de ser más.
EL CABEZALERO.- ¿Distes aviso que venimos a pagar los del Foral de András?
JUANA DE JUNO.- Ya está cumplido. Pregunta el amo si traéis fruto o dineros.
EL CABEZALERO.- Fruto y dineros. Y preguntamos ahora nosotros a cómo nos pone mi amo el ferrado de trigo, medida del Deán.
JUANA DE JUNO.- Ya os di su respuesta en el mercado de Viana. ¡A veintitrés!
EL CABEZALERO.- Ninguno lo precia tan alto.
JUANA DE JUNO.- El tiene su ley.
EL CABEZALERO.- Como él no hay otro. Tanta avaricia, y se ve solo en el mundo.
UN FORANEO.- A veintitrés no lo pagamos. Traeremos el fruto.
EL CABEZALERO.- Y luego el fruto no lo recibe, con aquello de que tiene cizaña y está por escoger.
LA ABUELA.- Con la muerte del hijo se hizo más tirano. ¡Lástima de galán!
JUANA DE JUNO.- ¿Ustede no era vecina de la moza que mantenía?
LA ABUELA.- Por tres años estuve viviendo arrente de su puerta, en un agujero.
LA NAVORA.- ¿Cabía en él acostada? Pues ya estaba bien.
LA ABUELA.- ¡Amén, Jesús! No penséis que hago el pecado de pedirle más, a Dios Nuestro Señor.
(LA abuela y la nieta se alejan confundidas con los llevadores
del foral. El Ciego de Gondar asoma por encima de los vallares el pico
de su montera, y la moza que viene guiándole avisa con una gran voz.)
LA MOZA DEL CIEGO.- ¡El Ciego de Gondar!
LA NAVORA.- ¡Ya llega el Antruejo! ¡Verás tú qué mala idea trae!
JUANA DE JUNO.- ¡Nunca la tuvo buena!
LA NAVORA.- ¡Las viruelas que le picaron los ojos habían de picarle la lengua!
JUANA DE JUNO.- ¡No madrugas, Electus!
EL CIEGO.- No madrugo porque velo.
LA MOZA DEL CIEGO.- Somos casados de poco tiempo, y la cama nos llama.
LA NAVORA.- Libremente lo declaras.
EL CIEGO.- Primero lo declara el enemigo que vos encisma la sangre, a viejas y mozas.
JUANA DE JUNO.- Recuérdome, Virula, cuando ibas con el Ciego de Flavia. Todavía has de volver con él.
LA MOZA DEL CIEGO.- Este cativo no consiente que lo hagan de menos.
EL CIEGO.- Tengo bien ferrado el palo.
JUANA DE JUNO.- Pues el Ciego de Flavia lo juega de maravilla, que aprendió de mozo en la raya del Portugal.
LA NAVORA.- Como un lobo va por los caminos, deseando topar con vos.
EL CIEGO.- Ese día se verá quién sale con la cabeza quebrada.
LA MOZA DEL CIEGO.- No hay que hablar de lo que está por venir. Echa una copla, y vamonos mundo adelante, Electus.
(EL Ciego de Gondar, con la cabeza agachada sobre el hombro,
templa la zonfoña *zanfoña* bajo la anguarina portuguesa. Otra vez se
alegra el coro de las hilanderas, ramo bermejo y dorado de manzanas, con
una arrugada como las reinetas. El Ciego de Gondar canta y mueve un
viejo son en el teclado desvencijado. La moza le acompaña con el
pandero.)
EL CIEGO.

En Quitán de Castro Lés,

Quintán de barbas honradas,

Tiene Don Pedro Bolaño

Casa, regalo y labranzas.
 
LA MOZA.

¡Ay! Un hijo que tenía,

Galán de muy buena gracia,

¡Ay! Traidores lo mataron

Entre la noche y el alba.
 
EL CIEGO.

Lloró el viejo como viejo,

Arrepuñadas las barbas,

Que toda su sangre entierra,

Con el hijo que enterraba.
 
LA MOZA.

¡Ay! Un murmuro le miente

Que el muerto prenda dejaba.

¡Ay! Prenda engendrada en moza,

Que tiene la casa llana.
 
EL CIEGO.

Y el viejo sin maliciarse

Que van buscando sus arcas,

Hace traer al infante

Y en su casa lo regala.
 
(POR una puerta baja salta un mozo gañán, medio desnudo, todo
tinto de mosto: Es Malvín, el hijo de la loca que guarda las cabras.
Nació en el pajar, y en refajuelo jugó por los rincones de la cocina,
rodando los calabazos de grandes vetas amarillas. Veinte años de comer
el mismo pan, la han dado la lealtad de un mastín.)
MALVÍN.- ¿Quieres probar cómo te hundo la zanfoña en las costillas y luego te meto los huesos en un haz? ¡Por una aventuranza!
EL CIEGO.- ¡Tojos bravos! ¡Piedras sin alma! ¡Dejad
al ciego que recoja su pan por los caminos! ¡En esta noche oscura no
puede ver ni la mano que le daña, ni la que le concede el bien de
caridad!
LA NAVORA.- ¡Anda, gran enredador! Dormido ves tú como las liebres, ¡cuanto más, espabilado!
UNA DE LAS CINCO MOCINAS.- ¡Parece un misionero! ¡Conmueve!
JUANA DE JUNO.- Míralo con cuánta priesa se camina.
¡No quiere aventuranzas! Ahora de antes, echó una prosa con más veneno
que un verde alacrán.
MALVÍN.- Adentro la escuché. La mejor que dice es un ramo de ortigas.
JUANA DE JUNO.- Suéltale el perro que le roa los calcaños.
(ASOMA en la puerta de la solona un hombre flaco, con capa de
larga esclavina y medias azules. Le consume el rostro y le ahonda los
ojos, la barba canosa y crecida de calenturas: Es Don Pedro Bolaño.)
DON PEDRO.- ¡Dejad al Ciego! Harto sabéis que no es del Ciego el solimán de sus prosas.
MALVÍN.- Por sabido que no. Otro raposo las urde sin salir del tobo. Mas sea de la cabeza, sea del rabo, yo lo he de sacar.
DON PEDRO.- ¡Deja sus incumbencias a Dios! Tú
alcanza al Ciego y hazle que vuelva para hablar conmigo. Rapaz, te
recomiendo que no lo maltrates. Suelta el cayado que tomaste.
(MALVIN salta al camino. Fuerte, montés, manchado de mosto,
dorado por el sol, tiene la gracia de un verso rudo en un poema antiguo.
Don Pedro Bolaño, lentamente, sin ruido, como una sombra, entra en la
casa. Hay en toda su figura una tristeza medrosa, algo de fantasma y
algo de desenterrado. Las hilanderas se inclinan, hablan quedo.)
JUANA DE JUNO.- El aire frío de su capa hace roncar al gato en el quicio de la puerta.
LA NAVORA.- ¡No es conocido Don Pedro Bolaño! ¡Aquella risa tan liberal para pobres y ricos la enterró con el hijo que le mataron!
LA HIJA MAS NUEVA DE ROSA DE TODOS.- ¿Nunca se supo quién fué el matador?
LA NAVORA.- ¡Nunca, jamás!
JUANA DE JUNO.- ¡La abuela dice bien!. Si se supo, la justicia nunca lo encontró.
LA HIJA MÁS NUEVA DE ROSA DE TODOS.- ¿Y el infante recogido, será verdad que no es sangre de Don Miguelito?
UNA DE LAS CINCO MOCINAS.- Nos también lo tenemos oído. Decir, lo dicen. Pero la lengua del escorpión, de la estrella más alta, lo puede decir.
JUANA DE JUNO.- Hay quien lleva la paternidad escrita en el semblante.
LA NAVORA.- Y en la condición se revela la sangre. Pero todo ello viene andando los tiempos, Juana de Juno.
JUANA DE JUNO.- La Galana tuvo conversa con muchos.
LA NAVORA.- ¡Notorio!
JUANA DE JUNO.- Cumple un año para la feria del Santiago, que la vi sentada en La Braña, riendo con un mozo, y atándose el pañuelo.
LA NAVORA.- Un pañuelo, por igual lo desata una mano que lo desata el viento.
JUANA DE JUNO.- Tuve un mal pensamiento y lo
espanté para no condenar mi alma. Al disimulo pasé por detrás, y vi que
le vi. ¡La espalda y los hombros llenos de tierra! ¿Qué hacéis,
rapazas? ¿No lloráis ni reís?
LA NAVORA.- ¡Afanes de loquear y de dar que decir
tienen algunas mozas! ¡Con prados y maizales que es una gloria, ir a
recoger esquilmo en La Braña! Las mozas de hoy no miran por su honra ni
por la buena prenda que llevan vestida.
LA HIJA MAYOR DE ROSA DE TODOS.- ¿Qué está diciendo? ¡Santa del Cielo! No miran aquellas que les cuesta poco trabajo ganarlo, que las demás bien reparamos.
LA NAVORA.- Si encuentran un cortejo que les deje una onza de oro, de nada les aprovecha.
LA HIJA MAYOR DE ROSA DE TODOS.- ¡Cortejos de onza de oro, pendientes y gargantilla! ¡No son de este tiempo, señora Andrea la Navora!
(CALLAN y mueven el huso las cinco mocinas, todas en hilera como
santas de un retablo. El banco cojea levantando una cabecera, y los
husos tienen un baile de holgazanes. Después, las cinco mocinas siguen
hilando rígidas y cándidas.)
JUANA DE JUNO.- La Galana tiene dos enemigos que la comen: El jarro de vino y la curia.
LA NAVORA.- Di tres enemigos, porque también levanta su quiñón el criado.
LA HIJA MAYOR DE ROSA DE TODOS.- ¿El criado es el amigo de ahora?