Page 1 of 3 Very Easy
1,024
265
encrucijada de caminos, la fragua de Simeón Julepe. Simeón alterna su
oficio del yunque con los menesteres de orfeonista y barbero de
difuntos: Pálido, tiznado, con tos de alcohólico y pelambre de
anarquista, es orador en la taberna y el más fanático sectario del
aguardiente de anís. Simeón Julepe, aire extraño, melancolía de
enterrador o de verdugo, tiene a bordo cuatro copas. Bate el hierro.
Una mujer deshecha, incorporándose en el camastro, gime con las manos en
los oídos:)
desvanece el rumor de los pasos, la adolecida se incorpora abrazada al
burujo de los dineros: En camisa y trenqueando sube la escalerilla del
fayado: Se la oye dolerse, entre un pisar deshecho y con pausas, por la
tarima del sobrado: Helada y prudente reaparece en la escalera: Casi a
rastras llega al cocho y se sume en las mantas remendadas: Atenta y
cadavérica, el rostro perfilándose sobre un montón de trapos, cuenta las
tablas del piso: En su mente señala el escondite que acaba de dar al
tesoro. Dos vecinas cotillonas, figuras grises con vaho de llovizna, se
meten de un pulo por la puerta, ponderando el arrecido de la helada, con
canijo estremecimiento de las sayas húmedas y pingonas. Llega de fuera
una ferranchada de chicos que arrastran un caldero, y olor de sardinas
asadas. La Musa y La Disa -Pepiña Mus y Juana Dis- son las comadres que
ahora entraron:)