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Very Easy

AUTO PARA SILUETAS
DRAMATIS PERSONAE

LA VENTERA

LA RAPOSA

LA MOZUELA

EL AFILADOR

UN BULTO DE MANTA Y RETACO
ACTO ÚNICO
(CLARO de luna. El ventorrillo calca el recuadro luminoso de su
puerta, en la tiniebla de un emparrado. A la vera del tapial la luna se
espeja en las aguas del dornil donde abrevan las yuntas. Sobre la puerta
iluminada se perfila la sombra de una mozuela. Mira al campillo de
céspedes, radiados con una estrella de senderos. Pegada al tapiado, por
el hilo que proyectan las tejas, una sombra -báculo y manto- discierne
con trencos compases, su tenue relieve. La sombra raposa conquiere a la
mozuela:)
LA RAPOSA.- ¡Para todos derramas tu sal! Tú me dirás que para todos tienes.
LA MOZUELA.- ¡Qué ventolera!
LA RAPOSA.- Si por miramiento te lo callas, yo me asigno el texto, que con la verdad no condeno mi alma.
LA MOZUELA.- ¡Tía, deje esos belenes!
LA RAPOSA.- Podías ser más orgullosa. ¿Tú no te miras al espejo?
LA MOZUELA.- Cuando voy a la fuente.
LA RAPOSA.- ¿Y el espejillo de tu alcoba, nada te dice cuando de noche te acuestas?
LA MOZUELA.- No me veo con el sueño.
LA RAPOSA.- ¡Qué pico tienes! Mira, sácame una copa de resolio.
LA MOZUELA.- ¿Grande o pequeña?
LA RAPOSA.- Si me la mides a conciencia, dámela mediana. ¿Por dónde pára tu madre?
LA MOZUELA.- Dentro se halla.
LA RAPOSA.- Ahora me veo con ella. No me saques la
copa. ¡Tu madre, si le da la tentación, es capaz de convidarme! ¡Ven!
Pongámonos en el claro de luna. ¡Ven! ¡Vas a pasmar con una gargantilla
de aljófares y corales!
(LA RAPOSA se palpa la faltriquera, y en las haces de la luna
abre un estuche: Suspende la gargantilla en el garfio de los dedos, y la
juega, buscándole las luces.)
LA MOZUELA.- ¡Sí que es maja!
LA RAPOSA.- Venida de Oporto. ¡A ver cómo te cae!
LA MOZUELA.- De noche no luce.
LA RAPOSA.- Te la quedas, y haces el cotejo de día.
LA MOZUELA.- Pueden robármela.
LA RAPOSA.- Duermes con ella.
LA MOZUELA.- Y provocaba al ladrón para que me degollase.
LA RAPOSA.- Deja que te la prenda. ¡Sí que te da realce! ¡Lástima no tener un espejillo, para que puedas mirarte!
LA MOZUELA.- Lo que miro, tía, es la encubierta que usted trae. Guárdese la gargantilla, que dogal se me vuelve en la garganta.
LA RAPOSA.- Ten cabeza y no hables sin
discernimiento. ¡Hoy eres una rosa!. ¡Mañana, unas viruelas, una
alferecía, un humor, un aire ético, en último resultado, los años, te
dejan marchita! ¡Ten cabeza! ¡Puedes lucir como una reina! ¡No son
iguales todos los días! Hoy te acude la proporción de un hombre que te
llena la mano de oro, mañana no la tienes.
LA MOZUELA.- ¿Para qué me quiere ese hombre? ¿Para amiga, y que donde se canse me deje? ¡No estoy para tirarme!
LA RAPOSA.- ¡Muy cotorra eres! ¡Tirarte! ¡Sedas vestirías! Quédate la sarta y no hagas desprecio.
LA MOZUELA.- Sí que lo hago.
LA RAPOSA.- ¡Estoy atontada Con la soberbia que
muestras! ¡Pues tu madre te ha dado mejor enseñanza! ¡Al miramiento que
ella tiene nunca aprobaría esa correspondencia para un hombre de
prendas! ¡Hija, tú no gobiernas con la cabeza! Voy a verme con tu madre.
Ella tiene otra experiencia y sabe lo que suponen trabajos y penas.
LA MOZUELA.- El caso que usted maquina no hay madre en el mundo que lo resuelva sin contar con su hija.
LA RAPOSA.- Tu madre sabe lo que más te conviene.
LA MOZUELA.- ¿De negarme yo, qué puede mi madre?
¿Qué puede? ¿Meterme el cortejo en la alcoba? ¡Dormiré con las tijeras
ocultas bajo la almohada!
LA RAPOSA.- ¡Loqueas! Tú estás encandilada por
alguno que no te merece. ¡Amor tienes, y con tales desvarios bien lo
descubres! Mira, niña, amor es sujeto muy pasajero.
LA MOZUELA.- ¡Para mi el aire!
(LA RAPOSA se mete por la puerta del ventorro, con galgueo
trenqueleante, apoyada en el báculo. La mozuela, en señal de
menosprecio, canta sobre el umbral. Ladran remotos canes, y la sombra de
un mozo afilador se proyecta sobre la estrella de los caminos luneros.)
CANTA LA MOZUELA.

¡Me dijo, me dijo,

que fuese su amiga!

Yo le jice, jice,

le jice la jiga!
 
EL AFILADOR.- ¡Afilar tijeras y navajas! ¿Mocita, quieres que te limpie de orín las tijeras? ¡Te las pondré de plata!
LA MOZUELA.- ¿Qué vas a llevarme?
EL AFILADOR.- Con un abrazo me dejas contento.
LA MOZUELA.- ¿Vives de esas pagas?
EL AFILADOR.- ¿Cuáles mejores?
LA MOZUELA.- ¿Y qué haces con quien te rehusa el tal estipendio?
EL AFILADOR.- Cambiarlo a perronas.
LA MOZUELA.- Pues saca la cuenta, y me afilas las tijeras.
EL AFILADOR.- Sal al claro de luna para bien verte, y te diré los miles que supone en moneda el precio propuesto.
LA MOZUELA.- ¿Por mi cara has de sacar la cuenta? ¡La tengo más fea que un tito!
EL AFILADOR.- La luna no dice eso.
LA MOZUELA.- ¡Es muy engañosa la luna!
EL AFILADOR.- ¡Hacéis pareja!
LA MOZUELA.- ¡Nunca hasta el momento me has visto, y tacha me pones!
EL AFILADOR.- Sin haberte nunca visto, me eres conocida.
LA MOZUELA.- Otro tanto me acontece.
EL AFILADOR.- Vengan las tijeras, mocita.
LA MOZUELA.- Tómalas, y lúcete, tunante.
EL AFILADOR.- Van a quedarte de plata.
LA MOZUELA.- Sácales buenos filos y asegúralas del eje.
EL AFILADOR.- ¡Te las dejaré como para la Reina de España!
LA MOZUELA.- Lúcete y aun te convido a una copa de anisete.
(EN el claro de luna gira su sombra la rueda del mozo afilador:
Saca chispas de la piedra el acero. La mozuela, alertada y nocturna,
sobre el vano luminoso de la puerta, hace saltar en la palma de la mano,
una moneda negra.)
EL AFILADOR.- Mocita, guárdate la perrona. Y pues rehusas el abrazo, me caminaré sin paga.
LA MOZUELA.- ¡Qué tuno eres!
EL AFILADOR.- Tunería del camino, que conduce a esta puerta. ¡Mirando al tu garbo, qué otra me resta sino camelarte?
LA MOZUELA.- Prosero.
EL AFILADOR.- ¡Tan majas, mocita, voy a ponerte las tijeras, que no tendrás alma para negarme el premio!
LA MOZUELA.- ¡Ni lo sueñes!
EL AFILADOR.- Pues guárdate la moneda. Me beberé en tu compañía la copa de anisete.
(EL AFILADOR, sobre la rodilla del calzón, sacaba el último
brillo a las tijeras: Las hacía jugar cortando un rayo de luna: Tornaba
a pasarlas por la pernera.)
LA MOZUELA.- Que no me queden muy recias.
EL AFILADOR.- Para partir en el aire un cabello te han quedado, niña.
LA MOZUELA.- ¿Dirás qué te adeudo?
EL AFILADOR.- Lo hablado.
LA MOZUELA.- Pues voy a sacarte la copa de anisete. ¿O tienes preferencia por otra bebida?
EL AFILADOR.- La más de tu gusto.
LA MOZUELA.- ¡Buen peine eres! ¡Mira que pasan púas por esta puerta! ¡Pues a todos ganas!
EL AFILADOR.- ¿Y ese mérito, no te obliga a una recompensa?
LA MOZUELA.- Te bebes la copa, tomas soleta y, cuando acabes la vuelta del mundo, te daré respuesta.
EL AFILADOR.- Esa rueda que tan deforme te pintas, la corro yo en menos de un credo.
LA MOZUELA.- ¡Ni que tuvieras las botas de siete leguas!
EL AFILADOR.- Para esos viajes me suspendo del rabo de un amigo.
LA MOZUELA.- ¡Buenas amistades tienes!
(LA MOZUELA ha desaparecido del vano luminoso: Llega su voz del
adentro. El afilador espera, ya cargado con la araña de su artilugio:
Proyecta la rueda su círculo negro en el cruce barcino de las tres
sendas. Garbeando el talle, con la copa en alto, ahora salía del
ventorro la mozuelo.)
EL AFILADOR.- Niña, si quieres que beba, antes tú mojarás el pico.
LA MOZUELA.- Ya lo he mojado.
EL AFILADOR.- Que yo lo vea.
LA MOZUELA.- Te daré ese gusto.
(LA MOZUELA moja los labios en la copa y se la ofrece al tuno, que levanta la quimera de su tabanque en el claro lunero:)