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puerta, en la tiniebla de un emparrado. A la vera del tapial la luna se
espeja en las aguas del dornil donde abrevan las yuntas. Sobre la puerta
iluminada se perfila la sombra de una mozuela. Mira al campillo de
céspedes, radiados con una estrella de senderos. Pegada al tapiado, por
el hilo que proyectan las tejas, una sombra -báculo y manto- discierne
con trencos compases, su tenue relieve. La sombra raposa conquiere a la
mozuela:)
discernimiento. ¡Hoy eres una rosa!. ¡Mañana, unas viruelas, una
alferecía, un humor, un aire ético, en último resultado, los años, te
dejan marchita! ¡Ten cabeza! ¡Puedes lucir como una reina! ¡No son
iguales todos los días! Hoy te acude la proporción de un hombre que te
llena la mano de oro, mañana no la tienes.
muestras! ¡Pues tu madre te ha dado mejor enseñanza! ¡Al miramiento que
ella tiene nunca aprobaría esa correspondencia para un hombre de
prendas! ¡Hija, tú no gobiernas con la cabeza! Voy a verme con tu madre.
Ella tiene otra experiencia y sabe lo que suponen trabajos y penas.