Doña Estefaldina teje su calceta, Puesta de mitones, cofia y pañoleta, En el saledizo de su gran balcón. Doha Estefaldina nunca fue casada, Así que en la falda, de cintas picada, Tres gatos malteses hacen el ron-ron.
Doña Estefaldina odia a los masones, Reza por que mengüen las contribuciones, Reprende a las mozas si tienen galán. Oprime en las rentas a sus aparceros, Los vastos salones convierte en graneros, Da buenas palabras al que llora, pan.
Doña Estefaldina los puntos recuenta Y al pie de su silla cose una sirvienta Que prende en el moño cintado cairel. El busto en el ruedo del halda amarilla Parece un chamizo que enciende Castilla: Bayeta amarilla es grito de hiel.
Bajo el roto alero de hierbas nacido, Con el garabato de un vuelo atrevido Fulmina el vencejo su torvo zig-zás. ¡Caserón de Vargas, viejos artesones, Pinturas de santos, desnudos salones, Caserón de Vargas en el polvo das!
Desfila un ringlero de seminaristas, Bayetas peladas corno los sopistas, Tricornios jaranos, negrura, montés. Cencerrea la recua de mulos hastiales, Negros y zancudos, sin goces nupciales, Y el mulero canta canto aragonés.
Doña Estefaldina, recuenta los puntos, Del tiempo y las siembras haciendo barruntos, Y cuando la plaza, cruza el capellán, Dobla la calceta, pide el rebocillo, Se prende alfileres, y con un banquillo Corre a la novena con trote de can.
Doña Estefaldiria, sangre de los Vargas, Teje su calceta en las tardes largas Bajo el torvo alero que pica el gorrión. ¡Con qué ceremonia en los ademanes Responde al saludo de los capellanes Doña Estefaldina desde su balcón!
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