El Barón de Bonifaz, la chistera y el junco sobre el pecho, el codo al aire, saludaba en la puerta con amanerado estilo de pollo gomoso. El Marqués de Salamanca lo acogió con amplio y suntuoso ademán de prócer millonario:
-¡Cuánto bueno! Le hacía a usted de jornada en San Sebastián.
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