Por toda la redondez del Ruedo Nacional circulaban los papeles escritos con tinta simpática, que son el obligado acompañamiento de todas las jácaras revolucionarias. Corrióse la consigna a los militares comprometidos, para que se pusiesen bajo las órdenes del Brigadier Topete: Se despacharon agentes con avisos a todos los Comités revolucionarios de Málaga, Granada, Córdoba y Sevilla: Salieron dobles emisarios para Londres -Alcalá Zamora, de Cádiz, y Pérez de la Riva, de Lisboa. Comunicáronse órdenes a las tropas comprometidas en Ceuta, San Fernando y Campo de Gibraltar: Renováronse las ofertas a sargentos y generales: Procuróse asegurar al indeciso Segundo Cabo de Sevilla, Mariscal de Campo Don Rafael Izquierdo. Los Brigadieres Peralta y Laserna fueron requeridos para ponerse al frente de los juramentados batallones de Cantabria. Patriotas de pelo en pecho, contrabandistas y ternes de almadraba, matantes de burdel y de colmado, jaques de playa y cumplidos de la trena, tomaban sobre su conciencia mantener el orden dando mulé a las señoras autoridades. Apóstoles de la España con Honra, encarecían el vino en las tabernas, jurando amenazas al Trono de la Isabelona.
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