El pasaje se corría sobre la borda de estribor, por donde embarcaba la policía con los tres hombres esposados y la desesperada, que grita y saca las uñas entre la pareja de agentes. Protestaban románticos, desde el botalón, los revolucionarios españoles, en grupo de girondinos. Las viejas litografías han perpetuado estos gestos. El Compañero Salvochea permanecía en la escala, la cabeza desnuda, los rizos en vuelo. La Sofi le alargaba los brazos, y el treno girondino mudóse en zumba y jonjana:
-¿Será Fermín un Don Juan?
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