El Maestro iluminaba el nuevo alojamiento con su ancha sonrisa barbuda de apóstol eslavo. Los ojos claros, de una jovialidad campesina, no mostraban asombro, y su expresión podía ser de amorosa confianza en la caridad de los hombres. Ordenaba libros y papeles en el fondo de un maletín de cuero:
-En caso de naufragio, procuraré salvar mis manuscritos, como el poeta Camoens.
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.