Reclinado en una consola, el caballero legitimista, permanecía un poco apartado. El Vizconde de Chateaubriand solía adoptar una actitud parecida, ante una gran consola dorada, en el salón de madame de Recamier. Rodeaban al viejo dandy la señora coja, el cadete y Eulalia Galián. El viejo dandy interrogó:
-¿Quién dirige la conspiración alfonsina?
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