Secretaría particular de Su Excelencia. Olor de brevas habanas, malos cuadros, lujo aparente y provinciano. La estancia tiene un recuerdo partido por medio, de oficina y sala de círculo con timba. De repente el grillo del teléfono se orina en el gran regazo burocrático. Y DIEGUITO GARCÍA -Don Diego del Corral, en la Revista de Tribunales y Estrados- pega tres brincos y se planta la trompetilla en la oreja.
DIEGUITO: ¿Con quién hablo?
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