Con Minguiños entra un hombre pequeño, flaco y tuerto, á quien llamaban el Girle. Había sido soldado en la primera guerra carlista, y ahora, ya viejo, vivía á la sombra del convento. Era recadero, hortelano, y cavaba la sepultura de las monjas. Venía armado con el pico, y suspiró al dejarlo en un rincón:
-¡Toda la santa noche en la posada esperando al capitán de la goleta!
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