En el locutorio apareció una hermana lega que venía rezando y santiguándose. Sus zapatos claveteados resonaron sobre la tarima: Era alta, con el rostro aldeano y el ademán brioso: Llevaba, en vez de hábito, basquiña de estameña, y sobre la frente morena y bruñida, una toca de lienzo pegada á la raíz del cabello. Siempre rezando entre dientes, buscó una llave en el manojo que le colgaba de la cintura, y abrió la puerta de la reja:
-Pasen y hagan su escudriña.
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