La llegada del caballero legitimista, aquella misma noche corrió en lenguas por Viana del Prior. A la casa grande del vinculero, como seguían diciendo por tradición en la villa, llevó la nueva un criado que llamaban en burlas Don Galán. El amo, un viejo con ese hermoso y varonil tipo suevo tan frecuente en los hidalgos de la montaña gallega, dió grandes voces, en son de regocijo y de sorpresa:
-¿Dices que acaba de llegar mi sobrino Bradomín? ¡Gran señor, gran ingenio, gran corazón!… ¡Mala cabeza!…
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