Han encendido fuego en la gran sala del palacio, y allí, al toque de las ánimas, le sirven la colación al viejo dandy. El mayordomo, que había ido á esperarle con las mulas, viene á entretenerle con historias sin interés. Después llegan dos clérigos, canónigos de la Colegiata. Los dos habían recibido recado del caballero, que traía para ellos órdenes del Cuartel Real. Ninguno conocía, porque eran veinte años los que llevaba ausente el famosos Marqués.
Todo entre ellos fué plática de cortesanías, hasta que, levantados los manteles, salió el mayordomo y el caballero cerró con noble empaque las cuatro puertas de la sala. Los canónigos cambiaron una mirada, y el viejo dandy, avanzado hacia el centro de la estancia, exclamó:
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