López de Ayala, el figurón cabezudo y basto de remos, autor de comedias lloronas que celebraba por obras maestras un público sensiblero y sin caletre, saludaba con pomposa redundancia a las madamas del estrado: Tenía el alarde barroco del gallo polainero. La Marquesa Carolina le acogió con bella sonrisa:
-¿Trae usted alguna noticia? Nosotras estamos rezando el trisagio, como las viejas cuando truena.
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