Al dramatismo libertario y anárquico de las peonadas andaluzas, romántica falseta de cante jondo, respondían bromas de vinazo, bermejas de pimentón, las ribereñas cabilas del Ebro. Los bonetes de aldea predicaban la cruzada carlista, y el jaque valentón rasgueaba el guitarrín patriótico, cantando la jota. La musa popular coronada de ajos y guindillas romanceaba en el lauredo umbral de los ventorros: El rejo temerón y selvático de aquellas métricas, era punteado por todos los guitarros del Ebro. En las sacristías se iniciaban colectas para contrabandear fusiles por la muga de Francia: Las comunidades de monjas bordaban escapularios con el detente, bala. Si en el silencio de la medianoche oían el punteado de las rondallas, deslizábanse, furtivas y descalzas, de sus catres penitentes, para acechar, como novias, tras de las rejas:
-Levantaremos pendones por la Santa Religión, que nos sobran los riñones a los hijos de Aragón.
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