El Espadón de Loja batalla con las ansias de la muerte, y el guitarrillo del ciego ya solfea unas guajiras con la befa del entierro: Don Felipito, dómine jubilado, las entona a puerta cerrada en la rebotica del Licenciado Santa Marta: Era Don Felipito un vejete con negras antiparras, bigote de pavo, taima y guitarrillo. El gozque de lanas que le guía de un cordel, atiende al nombre de Merengue: En dos pies, con el platillo sobre los brazuelos, plantábase ante las bolsas cerradas, destacando una escala agresiva de ladridos, que dibujaba con el rabo. Merengue sabía oír en una actitud recogida las coplas de su amo y entornar como un académico los tristes ojos con legañas. Era un perro sabio. Don Felipito cantaba:
-¡Gori! ¡Gori! ¡El cherinol guiña el ojo! ¡Gori! ¡Gori! Lloran la Monja y Marfori, y de Cádiz al Ferrol, repite Juan Español: ¡Gori! ¡Gori, que la diña! ¡Que el remo alarga! ¡Que guiña el ojo! ¡Que tuerce el pico!… Y desde Calpe a Motrico se grita: ¡Viva la Niña!
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