El Espadón de Loja, con garrafas en los pies, cáusticos en los costados, y en las orejas cuatro pendientes de sanguijuelas, íbase de este mundo amargo, a todo el compás de sus zancas gitanas. En sopor, con hervores de pecho, sostenía inconexos diálogos, agitado por los fantasmas de la fiebre:
-¡España se divorcia de la Monarquía!
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