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CAPÍTULO V

Se acomodó por tres coches el retablo antillano. La Coronela, con las hijastras en el reservado de las señoras: Por donde cupieron, los diablos menudos, con asistentes y mucamas: El Coronel, con la fardeta de espadines, sables, bastones de mando y otros de raras maderas, incrustó su esqueleto entre la momia palaciega y el castizo de la garrocha. El Coronel, con gesto guillado, sacó del capote un juguete de acertijo, dos alambres con terceduras gemelas, representando dos báculos enlazados:
-¿Conocen ustedes este embeleco? ¡Muy ingenioso! ¡Un furor en Lisboa! Es divertido el nombre que le pusieron. ¡De mucha chispa! Cuestión Romana. Fíjense ustedes: ¡Dos báculos unidos! ¡Hay que separarlos! ¿Conocen ustedes el truco? Dos báculos unidos. ¿Quiere alguno de ustedes quebrarse la cabeza?