Rasgó la sombra el duro llamear de los páramos barcinos, y se desovilló en su rincón el Marqués de Torre-Mellada:
-¡Está mandado alumbrar los coches en los túneles, y jamás se cumple el reglamento de ferrocarriles! ¡Con la mayor facilidad pudimos ser degollados a mansalva!
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