Olivas y rastrojos, pardos sayales de aradas tierras, agrestes tomillares, fulvas retamas, morados lejos de carrascos en flor, venenosos digitales y torbiscos, quebrados roquedos. Un tren con fragor de chatarra cruza el puente de hierro. Notas de minio en la cárdena herrumbre. La locomotora, sudada de aceites, despide borregos de humo, relumbra el arete dorado de la chimenea.
-¡Pedrones! ¡Cinco minutos!
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