El Marqués de Torre-Mellada, rejuvenecido por artes de alquimia, el trote menudo, los gritos éticos, apareció entre sus huéspedes: Falso, casquivano, timorato, repartía, como caramelos, palmadas, agasajos y zalemas. En una puerta, pronto e esquivarse, muy expresivo, con mano y sonrisa, llamó a Bonifaz. El pollastre abrió los ojos, arqueó las cejas y pidió confirmación con un gesto exorbitante. El palatino asintió con lento mecimiento de cabeza y manos: Adoptaba una indulgencia de tío de comedia, tío francés, de comedia francesa mejorada por Mariano Pina. Al salir de la sala, que se abría sobre un patio de naranjos, el carcamal sacó el perfumado pañuelo, limpiándose los ojos:
-¡Adolfito, ya sabes que te quiero como a un hermano menor!
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