Gonzalón Torre-Mellada, vinoso y soñoliento, en la prima mañana, como tantas veces, pasó entre los criados que lustraban la enorme antesala. Cruzó torpón entre los trastos revueltos, y con el mismo aire sonámbulo se acostó, ayudándole una vieja que le había mecido en la cuna: Se durmió con feliz ronquido de borracho: Dormido estaba, cuando entró con gran aspaviento la antigua niñera:
-¡Hijo! ¿Qué has hecho? Quieren llevarte a la cárcel. ¡El mundo está loco! ¿Con qué compañías te has juntado? Cuatro guardias en la escalera. ¡No es para ti, niño mío, el cadalso! El Inspector está en disputa para llevarte. ¡Tus papas están traspasados! Hijo, ¿qué estás a discurrir?
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