Gonzalón Torre-Mellada recibía las lecciones de cante y acompañamiento de guitarra en la biblioteca, vasta sala frailuna y silente, propicia al trato de las musas y al estudio de la guitarra por cifra, que profesa Paco el Feo. Asistían a la lección y terciaban con timos y sentencias Pepe Río-Hermoso, el Duque de Ordax y el Pollo de los Brillantes. Una redoma pintada de rubio sobre dos pies del bailarín, con tacones muy altos. El Pollo de los Brillantes era una momia acicalada: En este tiempo vivía del juego, y algunos sospechaban si de acuñar moneda. Era muy camarada del Barón de Bonifaz: Corrían las mismas chirlatas y cenaban juntos. El Duquesito de Ordax era un pollo, teniente de húsares, que llevaba el luto de su padre, y se divertía por los colmados no pudiendo hacerlo en su mundo. Pepe Río-Hermoso, primogénito de esta casa condal, asistía a la lección por matar el tiempo, y sin conseguirlo: Le miró, templando, Paco el Feo:
-Pepillo, para ti, mi vida, estos tientos. A ver si sueltas la murria, pelmazo. ¡Allá va!
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