Después de muchas declaraciones, y de muchas hojas de papel añadidas a la causa, don Máximo Baroja empezaba a perder toda esperanza de hallar al autor del doble asesinato de Madrid Moderno.
Hasta entonces, había confiado en que la criada herida pudiese hablar; pero los médicos forenses mandados por el juzgado al hospital para informar acerca del estado de la víctima acababan de emitir una opinión muy grave respecto a las facultades mentales de la infortunada criada de los señores de Neira.
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