Pasados los primeros momentos de alegría, Luisa, observando la nerviosa agitación de Víctor, le hizo acostar y tomar una taza de tila, por la cual tuvo que ir ella misma a la botica.
Después cerró las ventanas, y salió llevándose a la niña. Poco a poco, Víctor logró conciliar el sueño.
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.