Santa Cruz pasó los puertos de Arga y Arguiña. Allí, reunido con su gente, quiso burlar la persecución de republicanos y carlistas, haciendo grandes marchas nocturnas para que nunca supieran dónde estaba. Era artimaña suya: Con ella conseguía que no se concertasen para un movimiento envolvente, los republicanos y el general Lizárraga. Santa Cruz esperaba vencerlos separadamente, cada uno en su vez. Pero la ocasión no se presentaba y crecía el riesgo y el estrecho. Cerca de Belza, en un intento para pasar á Guipúzcoa, se vio perdido, con los republicanos al frente, y picándole la retaguardia desde hacía treinta horas, cuatro compañías del general Lizárraga. Hizo alto al abrigo de unos molinos, y en el encinar que desde el río subía tendiéndose por el monte, paso guardia de hombres y los tres perros del molino. Fué advertencia de una vieja, que ella lo viera hacer á los contrabandistas. En el molino no había molinero. Cuando un voluntario preguntó dónde andaba, el ama joven se encrespó sacudiéndose la halda verde:
-¡Aquí bajo lo tengo!
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.