Agila, al cruzar la cocina de su alojamiento, vió dos sombras que estaban calentándose cerca del fuego. Y al subir la escalera del sobrado, oyó la voz asombradiza de la dueña:
-¡El Demonio lo hace!… Cubre con la anguarina el cuerpo del lobo. ¡El Demonio lo hace, pues se me representa mi marido, Don Diego!
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