Santa Cruz estuvo alerta toda la noche, paseándose solo en la solana de la rectoral. Al amanecer bajó al zaguán, y á los voluntarios que dormían escombrando el paso, les tocaba con el palo para despertarlos. Después de oir misa, hizo formar en el atrio y municionar á los doscientos hombres que habían venido con Egoscué:
-¡Ahora á tumbar herejes!
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