En Octubre de 1873, las tropas republicanas ocupaban muchas aldeas y caseríos en el valla de Baztán. Cada día llegaban nuevos regimientos que empobrecían con tributos aquella tierra feraz. Estas fuerzas, siempre volantes, ahora tenían orden de concentrarse para caer sobre, Estella. Moriones, que acababa de ser nombrado comandante general, deseaba apoderarse de la ciudad, arca santa del carlismo. Era la victoria que mayor sonoridad podía tener, y también el deseo de todo el ejército republicano. Era la voz unánime en el Estado Mayor:
-Hay que dar una gran batalla, y ganarla.
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