LA PASTORA ya no tornó á la venta. Anduvo perdida por los caminos clamando su cuita, y durmió en los pajares, donde le daban albergue por caridad. Los aldeanos que trabajaban los campos, al divisarla desde lejos, abandonaban su labor y pausadamente venían á escucharla desde el lindar de los caminos. Adega cruzaba trágica y plañidera:
-¡Todos lo veréis, el lindo infante que me ha de nacer!… Conoceréisle porque tendrá un sol en la frente. ¡Nacido será de una pobre pastora y de Dios Nuestro Señor!
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