LA VENTERA y la zagala bajaban del monte llevando el ganado por delante. Las dos mujeres caminan juntas, con los mantelos doblados sobre la cabeza como si fuesen á una romería. Dora los campos la mañana, y el camino fragante con sus setos verdes y goteantes, se despierta bajo el campanilleo de las esquilas, y pasan apretándose las ovejas. El camino es húmedo, tortuoso y rústico como viejo camino de sementeras y de vendimias. Bajo la pezuña de las ovejas quédase doblada la yerba, y lentamente, cuando ha pasado el rebaño, vuelve á levantarse esparciendo en el aire santos aromas, manantiales de rocío fresco… Por el fondo verde de las eras cruza una zagala pecosa con su vaca bermeja del ronzal. Camina hacia la villa adonde va todos los amaneceres para vender la leche que ordeña ante las puertas. La vieja se acerca á la orilla del camino y llama dando voces:
-¡Eh, moza!… ¡Tú, rapaza de Cela!…
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