(LA ESTANCIA es perfumada y tibia. El nido de una enferma muy blanca, que tose y se muere lentamente. Olvidadas en un vaso, se marchitan las flores que cortó la enferma la última tarde que bajó al jardín. Ahora, reposa tendida en un diván, y a su lado, conversadora y risueña, está una dama que tiene esos movimientos vivos y gentiles de los pájaros que beben al sol en los arroyos. En la penumbra aparece el grupo de las dos amigas.)
MARIA ANTONIA.- ¿Y no te hará daño la conversación?
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