Las cornetas alzaban su coro entre un són de campanas que tocaban á misa. Reunidos en el atrio de la iglesia, esperando la llamada del esquilón, atendían á la formación de la tropa algunos viejos señores, prez de la antigua villa agramontesa. Paseaban embozados en sus graves capas, y de tiempo en tiempo se detenían para hacer algún comentario. Don Teodosio de Goñi dejó oir su risa clueca:
-Desde el campanario de la iglesia, un buen tiro, y cazaba al petimetre de la cruz encarnada, que sale ahora del palacio. ¡Si pudiera, aún entraba en mi casa por la escopeta!
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.