El Duque de Ordax tomó asiento cerca de una ventana, y como los otros continuaban bajo los porches, tocó en los cristales y los llamó con la mano. El capitán y el alférez entraron. Alaminos tenía un gesto de reserva pueril. Viéndoles llegar, el húsar murmuró con gran sencillez:
-Fuera hace demasiado frío, caballeros.
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