Las dos de la tarde, clásica hora de la siesta, están sonando en el reloj de la Colegiata. Don Ambrosio Malvido, EL ESCRIBANO, llega en una mula ante el portón de la casa infanzona, y se apea ayudado por EL ALGUACIL, que lleva toda la mañana esperándole en el zaguán. Juntos suben la ancha escalera de piedra: En lo alto EL ESCRIBANO advierte que aún calza las espuelas, y se sienta a quitárselas. El ALGUACIL llama con su vara.
EL ALGUACIL.- ¡Ah, de casa!
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.