Una sala en la casa infanzona. Apenas la esclarece la lamparilla de aceite que alumbra bajo morado dosel los lívidos y ensangrentados pies de un Crucifijo. En las ventanas raya la luz del amanecer. MICAELA LA ROJA, vela sentada en el umbral de una puerta. SABELITA, cubierta con el manteo, entra sin hacer ruido: Cantan los pájaros en el alero, muge la vaca en el establo, las suaves campanas de la madrugada tocan a misa.
SABELITA.- ¿Duerme?
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