-Ahora sólo queda saber nuevas de Athos -dijo D'Artagnan al fogoso Aramis, una vez que lo hubo puesto al corriente de lo que había pasado en la capital después de su partida, y mientras una excelente comida hacía olvidar a uno su tesis y al otro su fatiga.
-¿Creéis, pues, que le habrá ocurrido alguna desgracia? -preguntó Aramis. Athos es tan frío, tan valiente y maneja tan hábilmente su espada.
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