Apenas llegado al campamento, el rey, que tenía tanta prisa por encontrarse frente al enemigo y que, con mejor derecho que el cardenal, compartía su odio contra Buckingham, quiso hacer todos los preparativos, primero para expulsar a los ingleses de la isla de Ré, luego para apresurar el asedio de La Rochelle; pero, a pesar suyo, se demoró por las disensiones que estallaron entre los señores de Bassompierre y Schomberg contra el duque de Angulema.
Los señores de Bassompiere y Schomberg eran mariscales de Francia y reclamaban su derecho a mandar el ejército bajo las órdenes del rey; pero el cardenal, que temía que Bassompierre, hugonote en el fondo del corazón, acosase débilmente a ingleses y rochelleses, sus hermanos de religión, apoyaba por el contrario al duque de Angulema, a quien el rey, a instigación suya, había nombrado teniente general. De ello resultó que, so pena de ver a los señores de Bassompierre y Schomberg abandonar el ejército, se vieron obligados a dar a cada uno un mando particular; Bassompierre tomó sus acuartemamientos al norte de la ciudad desde La Leu hasta Dompierre; el duque de Angulema al este, desde Dompierre hasta Périgny; y el señor de Schomberg al mediodía, desde Périgny hasta Angoutin.
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