CAPÍTULO 38: Cómo, sin molestarse, Athos encontró su equipo
El joven huía mientras ella lo seguía amenazando con un gesto impotente. En el momento que lo perdió de vista, Milady cayó desvanecida en su habitación.
D'Artagnan estaba tan alterado que, sin preocuparse de lo que ocurriría con Ketty atravesó medio Paris a todo correr y no se detuvo hasta la puerta de Athos. El extravío de su mente, el terror que lo espoleaba, los gritos de algunas patrullas que se pusieron en su persecución y los abucheos de algunos transeúntes, que pese a la hora poco avanzada, se dirigían a sus asuntos, no hicieron más que precipitar su camera.
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.