Desatinada, Rosa, casi loca de alegría y de temor ante la idea de que había hallado el tulipán negro, tomó el camino de la hospedería del Cisne Blanco, seguida siempre por su barquero, robusto muchacho de Frisia, capaz de enfrentarse por sí solo a diez Boxtels.
Durante el camino, el barquero había sido puesto al corriente, y no retrocedería ante la lucha, en el supuesto de que la lucha se empeñara; sólo que, llegado ese caso, tenía la orden de ocuparse del tulipán.
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