Pero la pobre Rosa, encerrada en su habitación, no podía saber en qué o con quién soñaba Cornelius.
Por consiguiente, después de lo que él le había dicho, Rosa se sentía más inclinada a creer que pensaba más en su tulipán que en ella, y, sin embargo, se engañaba.
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.