Izocoztli al medio día se dirigió al palacio del Emperador. «Señor temible y poderoso, le dijo, anoche he visto una grande estrella de fuego en los cielos.»
Moctezuma dudó, pero quedó pensativo todo el día. En la noche él mismo permaneció en observación en la azotea de su palacio, y á cosa de las once vió aparecer repentinamente la fatal estrella roja.
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