En aquellos tiempos desgraciados la confesión se arrancaba á los acusados por medio del tormento, y como los oidores nada habían podido saber de Benavides, determinaron darle tormento.
El Tapado no era un hombre á quien arredraban el potro ni la garrucha; pero seguramente tenía la convicción de que la muerte era preferible al tormento, y pensó en el suicidio.
Sign in to unlock this title
Sign in to continue reading, it's free! As an unregistered user you can only read a little bit.