Maestro, Pomona levanta su cesto. Tu estirpe saluda la Aurora. ¡Tu aurora! Que extirpe de la indiferencia la mancha; que gaste la dura cadena de siglos; que aplaste al sapo la piedra de su honda.
Sonrisa más dulce no sabe Gioconda. El verso su ala y el ritmo su onda hermanan en una dulzura de luna que suave resbala (el ritmo de la onda y el verso del ala del mágico cisne sobre la laguna) sobre la laguna.
Y así, soberano maestro del estro, las vagas figuras del sueño, se encarnan en líneas tan puras que el sueño recibe la sangre del mundo mortal, y Psiquis consigue su empeño de ser advertida a través del terrestre cristal.
(Los bufones que hacen sonreír a Monna Lisa saben canciones que ha tiempo en los bosques de Grecia decía la risa de la brisa.)
Pasa su Eminencia. Como flor o pecado es su traje Rojo; como flor o pecado, o conciencia de sutil monseñor que a su paje mira con vago recelo o enojo.
Nápoles deja a la abeja de oro hacer su miel en su fiesta de azul; y el sonoro bandolín y el laurel nos anuncian Florencia.
Maestro, si allá en Roma quema el sol de Segor y Sodoma la amarga ciencia de purpúreas banderas, tu gesto las palmas nos da redimidas, bajo los arcos de tu genio: San Marcos y Partenón de luces y líneas y vidas.
(Tus bufones que hacen la risa de Monna Lisa saben tan antiguas canciones.)
Los leones de Asuero junto al trono para recibirte, mientras sonríe el divino Monarca.
Pero hallarás la sirte, la sirte para tu barca, si partís en la lírica barca con tu Gioconda.
La onda y el viento saben la tempestad para tu cargamento.
¡Maestro! Pero tú en cabalgar y domar fuiste diestro, pasiones e ilusiones: a unas con el freno, a otras con el cabestro las domaste, cebras o leones.
Y en la selva del Sol, prisionera tuviste la fiera de la luz: y esa loca fue casta cuando dijiste: «Basta».
Seis meses maceraste tu Ester en tus aromas. De tus techos reales volaron las palomas.
Por tu cetro y tu gracia sensitiva, por tu copa de oro en que sueñan las rosas, en mi ciudad, que es tu cautiva, tengo un jardín de mármol y de piedras preciosas que custodia una esfinge viva.
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