Por un momento, ¡oh Cisne!, juntaré mis anhelos a los de tus dos alas que abrazaron a Leda, y a mi maduro ensueño, aún vestido de seda, dirás, por los Dioscuros, la gloria de los cielos.
Es el otoño. Ruedan de la flauta consuelos. Por un instante, ¡oh Cisne!, en la oscura alameda sorberé entre dos labios lo que el Pudor me veda, y dejaré mordidos Escrúpulos y Celos.
Cisne, tendré tus alas blancas por un instante, y el corazón de rosa que hay en tu dulce pecho palpitará en el mío con su sangre constante.
Amor será dichoso, pues estará vibrante el júbilo que pone al gran Pan en acecho mientras su ritmo esconde la fuente de diamante.
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