En el país de las Alegorías Salomé siempre danza, ante el tiarado Herodes, eternamente; y la cabeza de Juan el Bautista, ante quien tiemblan los leones, cae al hachazo. Sangre llueve.
Pues la rosa sexual al entreabrirse conmueve todo lo que existe, con su efluvio carnal y con su enigma espiritual.
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